El campamento, como su nombre lo indica, ya permitía que gente pasara la noche entre los jardines, fosas y ríos del lugar, pero rápidamente los biólogos se dieron cuenta que había un grupo importante de visitantes que quedaban encantados con la idea de pasar la noche en el lugar, pero que la mayoría de las veces no estaban preparados para ello. La mayor parte de los visitantes que van al pueblo a conocerlo no investigan sobre el lugar y casi el 100 % de ellos se enteran de los lugares turísticos y sitios de interés ya estando ahí mismo, por lo que en el caso del campamento, no traían tiendas de campañas, ni aditamento alguno para pasar la noche en la naturaleza. La primera solución fue la de brindar estos servicios en forma de renta, con tiendas de campaña, cobijas, iluminación, seguridad (cercando todo el lugar), preparación de fogatas y la construcción de baños con wc y regaderas comunes para el uso de los visitantes. Aún así, con el tipo de visitantes se llegó a la conclusión de que también se podría rentar lugares “mas exclusivos”, y privados para la gente que necesitaba de más comodidad y seguridad y que además estaba dispuesta a pagar por este plus en su estancia.

 

 

 

Estas cabañas deberían ser lo más pequeñas posibles, para no arruinar la esencia natural del lugar, pero lo suficientemente amplias como para albergar de 2 a 4 personas.